La iluminación de una casa cambia el estado de ánimo de las personas, al igual que el tamaño percibido de una habitación. Los elementos que se unen cuando se logra la iluminación adecuada, transforman una habitación en una combinación perfecta de funcionalidad y estilo.
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Pero la luz no solo exalta la belleza de los interiores, también influye en nuestra salud. Nuestro reloj natural, o ritmo circadiano, está influenciado principalmente por la recepción de luz. Este ciclo es esencial porque afecta los ritmos del cuerpo humano e influye en el sueño, el estado de ánimo, la vigilia, la digestión, el control de la temperatura e incluso la renovación celular. Investigaciones demuestran que la cantidad y el tipo de iluminación que recibimos afectan, entre otras cosas, la concentración, el nivel de energía, el apetito y el estado de ánimo.
La iluminación natural, lograda con grandes ventanas, patios de iluminación, domos y tragaluces, es altamente valorado hoy en día por los usuarios. Los espacios cerrados, sin conexión con el exterior y aire viciado, son historia pasada. Pero además de los beneficios a nuestra salud, una correcta iluminación resalta la belleza de cada detalle en el interior de cualquier espacio, porque muestra mejor los colores y aumenta el espacio visual de una habitación al rebotar en las superficies reflectantes.
La exposición a la luz natural de un hogar aporta muchos beneficios. Por un lado, elimina bacterias que crecen en ambientes oscuros y húmedos. Por el otro, influye directamente en nuestro estado de salud y nuestro ánimo. ¿Cómo?
En consecuencia, una mala iluminación puede causar cansancio, estrés, dolor de cabeza, fatiga ocular, insomnio, estados depresivos, problemas de concentración… Y si pensamos que la mayoría de nosotros pasamos más del ochenta por ciento de nuestras vidas en el interior de un edificio, nos daremos cuenta de la importancia y los beneficios de la luz natural.